Si algo caracteriza a Guatemala más allá de la enorme área de bosques que concentra, es el gran patrimonio histórico que conserva como antiguo territorio ocupado por la civilización maya. Un legado que ya empezamos a conocer meses atrás en México con la ciudad de Tulum situada junto al Mar Caribe y hace unos días con la ciudad de Copán en Honduras, de donde veníamos.
Ahora que habíamos cruzado la frontera y entrado en Guatemala, íbamos a empezar por recorrer este país visitando uno de sus tres lugares declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad: las ruinas de la antigua ciudad maya de Quiriguá.
Quiriguá fue en realidad un centro comercial situado en el margen del río Motagua, cuyo cauce cambió hace siglos debido posiblemente a un terremoto. Esta posición que tenía la ciudad era de gran importancia ya que a través de esta ruta comercial fluvial, llegaba al sitio jade y obsidiana (roca volcánica cristalina de color negro) procedentes del altiplano de la actual Guatemala y de aquí seguía a otras ciudades del Golfo de México como Honduras, Belice y la península de Yucatán.
La ciudad fue fundada en el año 426 d.c. por K’inich Yax K’Uk Mo’ («gran sol primer quetzal guacamayo«), el mismo que llegó al valle de Copán e inició la dinastía de 16 gobernantes que controlaron la ciudad de Copán hasta su extinción en el año 822 d.c.
Es por este motivo que Quiriguá estuvo bajo el dominio de la ciudad de Copán hasta el año 738 d.c. cuando el gobernante K’ak’ Tiliw Chan Yo’Pa («dios celestial del rayo que quema con fuego«) logra la independencia económica y política.
El espacio principal de Quiriguá es la llamada Gran Plaza. Los mayas las utilizaban como áreas públicas donde las personas se reunían para realizar distintas actividades, como el comercio o la presentación de actos públicos. Estas plazas también eran utilizadas por los gobernantes para colocar monumentos, donde se exaltaban sus conquistas de guerra, rituales realizados, así como su derecho al poder.
La Gran Plaza de Quiriguá es una de las más grandes del mundo Maya con aproximadamente 150m de ancho por 300m de largo y sobre ésta fueron colocadas once estelas o monumentos de piedra entre las que resalta una de más de 10 metros de altura.
Las estelas (también llamadas «arboles de piedra«) son rocas naturales que fueron acondicionadas para esculpir la inscripción de textos jeroglíficos e imágenes de gobernantes. Anteriormente se creía que las estelas sólo contenían información del calendario Maya (llamado Tzolkin) y que los personajes representados eran sacerdotes. Hoy día se sabe que éstas relatan distintos sucesos de los antiguos gobernantes Mayas, quienes a través de las imágenes que se representan demostraban toda su riqueza, poder y su relación con los dioses. Hasta el momento a través del desciframiento de los textos jeroglíficos se han identificado 8 gobernantes lo que ha permitido de reconstruir la secuencia dinastica que ha tenido la ciudad.
Otros monumentos que se pueden encontrar son las enormes esculturas zoomorfas, talladas con diversas formas de animales mitológicos, y los altares, los cuales muestran la cosmovisión y el arte de los antiguos Mayas.
Unos metros después de abandonar la Gran Plaza, se encuentra el espacio donde tenía lugar el Juego de Pelota, un acontecimiento que para los mayas era algo más que un juego: se trataba de un rito importante dentro de su cosmovisión, ya que la pelota representa el curso del Sol sobre el cielo en su viaje diario, así como la batalla entre el bien y el mal. Como ya explicamos en la ciudad de Copán, el juego también servía para tomar decisiones políticas o hacer ofrendas y tenía lugar en una cancha que constaba de dos paredes paralelas y unos «marcadores» los cuales tenían que alcanzar con la pelota de hule o caucho (Véase el post Las ruinas de Copán).
Ya al final del recinto, se encuentra la Acrópolis, que no es otra cosa que construcciones masivas formadas por una serie de edificios colocados uno sobre otro a través de muchos años. Éstas eran utilizadas por los gobernantes como residencias y lugares administrativos. Su acceso era restringido por lo que cualquiera no podía entrar ya que los rituales y actividades que se realizaban en ellas eran de carácter privado, muy distinto pues a las plazas como La Gran Plaza que eran de uso público.
Lo que queda hoy día de la Acrópolis de Quiriguá forma parte del proyecto constructivo que tuvo lugar durante el último gobernante de la ciudad conocido como Jade Cielo quien gobernó entre el 800 y 810 d.c. Un tranquilo espacio que hoy se encuentra rodeado de un denso bosque por el cual nos dimos un paseo antes de abandonar el recinto arqueológico.
Llegados a este punto, Guatemala «el país de las ruinas» nos aguarda en nuestra ruta hacia el norte con numerosas y mayores ruinas mayas que visitar, pero antes nos daremos un respiro de tanta historia e información tomando a medio camino un descanso en la aislada y multicultural ciudad de Livingston, situada en la estrecha franja de costa que tiene Guatemala con el Mar Caribe. Una experiencia que os contaremos en el siguiente post! 😉
Un Mundo Por Recorrer 